🌟 Pensaba un poco en los paréntesis. En la escritura son algo así como un elemento incidental, que no precisa tener un vínculo con el resto y cuyo sentido no interrumpe y no altera. Cuando escribo me gusta usarlos con cierto humor, para aprovechar y traer algo no tan necesario, pero que en el fondo quiero que esté presente en el texto.
🤩 Las vacaciones y los fines de semanas para mí son una especie de paréntesis. Los períodos de algo también. Por ejemplo, de comer o dormir de una manera, de estudio intensivo, de escritura ininterrumpida, o incluso lo opuestos: de desorden, de caos, de cansancio.
🕺🏻 En cierta forma, el paréntesis nos permite llevar adelante algo que para ser cotidiano sería mucho, ya sea por desafiante, por exceso de caos o por lo que sea. Cabe aclarar que a veces los paréntesis son funcionales no a nosotrxs mismxs sino al sistema en que vivimos.
💎 Preguntarme sobre los paréntesis me llevó a pensar qué pasa cuando su contenido tiene demasiado de lo que nos gustaría que estuviese en la vida cotidiana. O cuando nuestra cotidianeidad se excede en cosas que tendríamos entre paréntesis.
🥙 Hablando de la alimentación (tema del mes ;)), existen las etapas de purificación intensiva, momentos en que pautamos hábitos más definidos por un par de días, como comer más frutas y verduras (de ser posible orgánicas), tomar más agua, evitar conservantes, sal, azúcar y varias cosas más. En definitiva, en la merienda nada de mate con tostadas y mermelada o café con medialunas. Cero pizza y pasta. Y ni hablar de alcohol y carnes.
🍉 En mi caso no como carnes ni tomo alcohol hace más de veinte años, por lo cual mi paréntesis, cuando lo hago, consiste en consumir prioritariamente frutas y verduras y evitar lácteos, harinas, sal y azúcar. Y en líneas generales, poca cantidad y mucha calidad.
😻 Pero volviendo a la pregunta del inicio, pensaba que a veces los paréntesis nos traen algo que queremos que esté más presente en nuestra vida: más frutas, más descanso, más aventura, más espontaneidad, quién sabe. Es interesante preguntarse si esa proporción entre paréntesis y vida cotidiana es la que queremos. Y si no lo es, hacer un pequeño agujerito que conecte aquello que está separado por la idea de período con la posibilidad de ser una constante, al menos en cierto momento de nuestras vidas, y dejar que vaya derramando un poco de lo suyo en la vida diaria. O tomar algo de nuestra cotidianeidad y llevarlo, como quien hace una mudanza, al espacio del paréntesis.
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